Autor: Mark Sanchez
Fecha De Creación: 28 Enero 2021
Fecha De Actualización: 21 Noviembre 2024
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Los linfocitos son un tipo de células de defensa del organismo, también conocidas como glóbulos blancos, que se producen en mayor cantidad cuando hay una infección y, por tanto, son un buen indicador del estado de salud del paciente.

Normalmente, el número de linfocitos se puede valorar mediante análisis de sangre, y cuando están agrandados suele ser signo de una infección y, por ello, se recomienda consultar a un médico de cabecera para diagnosticar el problema e iniciar el tratamiento adecuado.

Linfocitos alterados

Los valores normales de referencia para los linfocitos están entre 1000 a 5000 linfocitos por mm³ de sangre, lo que representa del 20 al 50% en el recuento relativo, y puede variar según el laboratorio donde se realice la prueba. Cuando los valores están por encima o por debajo del valor de referencia, se caracteriza un cuadro de linfocitosis o linfopenia, respectivamente.


1. Linfocitos altos

El número de linfocitos por encima de los valores de referencia se denomina linfocitosis y suele estar relacionado con procesos infecciosos. Así, las principales causas de linfocitos elevados son:

  • Infecciones agudas, como mononucleosis, poliomielitis, sarampión, rubéola, dengue o tos ferina, por ejemplo;
  • Infecciones crónicas, como tuberculosis, malaria;
  • Hepatitis viral;
  • Hipertiroidismo;
  • Anemia perniciosa, que se caracteriza por deficiencia de ácido fólico y vitamina B12;
  • Envenenamiento por benceno y metales pesados;
  • Diabetes;
  • Obesidad;
  • Alergia.

Además, el aumento del número de linfocitos también puede ocurrir por situaciones fisiológicas, como mujeres embarazadas y lactantes, además de deficiencias nutricionales, como vitamina C, D o deficiencia de calcio.

2. Linfocitos bajos

El número de linfocitos por debajo de los valores de referencia se denomina linfopenia y suele estar relacionado con situaciones que afectan a la médula ósea, como anemia aplásica o leucemia, por ejemplo. Además, la linfopenia también puede ser signo de enfermedades autoinmunes, en las que el propio organismo actúa contra el sistema de defensa inmunológico, como el lupus eritematoso sistémico, por ejemplo (LES).


La linfopenia aún puede ocurrir debido al SIDA, la terapia con medicamentos inmunosupresores o el tratamiento de quimioterapia o radioterapia, enfermedades genéticas raras o ser el resultado de situaciones estresantes, como la sobrecarga postoperatoria y corporal, por ejemplo.

Tipos de linfocitos

Hay 2 tipos principales de linfocitos en el cuerpo, los linfocitos B, que son células inmaduras producidas en la médula ósea y liberadas al torrente sanguíneo para producir anticuerpos contra bacterias, virus y hongos, y linfocitos T, que se producen en la médula ósea. pero luego se desarrollan en el timo hasta dividirse en 3 grupos:

  • Linfocitos T CD4: ayudan a los linfocitos B a eliminar infecciones, siendo la primera alerta del sistema inmunológico. Por lo general, estas son las primeras células afectadas por el virus del VIH y, en pacientes infectados, el análisis de sangre indica un valor inferior a 100 / mm³.
  • Linfocitos T CD8: disminuyen la actividad de otros tipos de linfocitos y, por tanto, aumentan en los casos de VIH;
  • Linfocitos T citotóxicos: destruyen células anormales e infectadas por virus o bacterias.

Sin embargo, las pruebas del tipo de linfocitos, especialmente del tipo CD4 o CD8, siempre deben ser interpretadas por un médico para evaluar si existe riesgo de tener VIH, por ejemplo, ya que otras enfermedades también pueden ocasionar el mismo tipo de alteraciones.


Entonces, si hay alguna duda sobre estar infectado con el VIH, es recomendable realizar la prueba de laboratorio que busca el virus dentro de las células del cuerpo. Obtenga más información sobre la prueba del VIH.

¿Qué son los linfocitos atípicos?

Los linfocitos atípicos son linfocitos que presentan una forma variada y aparecen normalmente cuando hay infecciones, principalmente infecciones virales, como mononucleosis, herpes, sida, rubéola y varicela. Además de la aparición en infecciones virales, en el hemograma se pueden identificar linfocitos atípicos cuando existe una infección bacteriana, como tuberculosis y sífilis, infección por protozoos, como toxoplasmosis, cuando existe hipersensibilidad a fármacos o en enfermedades autoinmunes, como en el lupus.

Por lo general, el número de estos linfocitos vuelve a la normalidad (el valor de referencia para los linfocitos atípicos es 0%) cuando se elimina el agente causante de la infección.

Se considera que estos linfocitos son linfocitos T activados que se producen en respuesta a los linfocitos de tipo B infectados y realizan las mismas funciones que los linfocitos típicos en la respuesta inmune. Los linfocitos atípicos son generalmente más grandes que los linfocitos normales y varían en forma.

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