Hiperemia: que es, causas y tratamiento
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La hiperemia es un cambio en la circulación en el que se produce un aumento del flujo sanguíneo a un órgano o tejido, lo cual puede ocurrir de forma natural, cuando el cuerpo necesita una mayor cantidad de sangre para funcionar correctamente, o como resultado de una enfermedad, se acumula en el órgano.
El aumento del flujo sanguíneo se puede notar a través de algunos signos y síntomas como enrojecimiento y aumento de la temperatura corporal, sin embargo cuando se trata de hiperemia debido a la enfermedad, es posible que surjan síntomas relacionados con la enfermedad de base.
Es importante que se identifique la causa de la hiperemia, porque cuando ocurre de forma natural no hay necesidad de tratamiento, pero cuando se relaciona con una enfermedad, es importante seguir el tratamiento recomendado por el médico para que la circulación pueda regresar. a la normalidad.
Causas de la hiperemia
Según la causa, la hiperemia puede clasificarse en activa o fisiológica y pasiva o patológica, y en ambas situaciones se produce un aumento del diámetro de los vasos para favorecer el aumento del flujo sanguíneo.
1. Hiperemia activa
La hiperemia activa, también conocida como hiperemia fisiológica, ocurre cuando hay un aumento del flujo sanguíneo a un determinado órgano debido a la mayor demanda de oxígeno y nutrientes y, por lo tanto, se considera un proceso natural del organismo. Algunas de las principales causas de hiperemia activa son:
- Durante el ejercicio;
- En el proceso de digerir los alimentos;
- En la excitación sexual, en el caso de los hombres;
- En la menopausia;
- Durante el estudio para que una mayor cantidad de oxígeno llegue al cerebro y se favorezcan los procesos nerviosos;
- Durante el proceso de lactancia, para estimular la glándula mamaria;
Así, en estas situaciones, es normal que se produzca un aumento del flujo sanguíneo para asegurar el correcto funcionamiento del organismo.
2. Hiperemia pasiva
La hiperemia pasiva, también conocida como hiperemia patológica o congestión, ocurre cuando la sangre no puede salir del órgano, acumulándose en las arterias, y esto suele ocurrir como resultado de alguna enfermedad que resulta en la obstrucción de la arteria, influyendo en el flujo sanguíneo. . Algunas de las principales causas de hiperemia pasiva son:
- Cambio en la función del ventrículo, que es una estructura del corazón responsable de hacer que la sangre circule normalmente por el cuerpo. Cuando hay un cambio en esta estructura, la sangre se acumula, lo que puede resultar en la congestión de varios órganos;
- La trombosis venosa profunda, en el que la circulación puede verse comprometida por la presencia de un coágulo, siendo más común en las extremidades inferiores, que acaban hinchándose más. Sin embargo, este coágulo también se puede desplazar al pulmón, lo que provoca congestión en ese órgano;
- Trombosis de la vena porta, que es la vena que está presente en el hígado y cuya circulación puede verse comprometida por la presencia de un coágulo;
- Insuficiencia cardíaca, esto se debe a que el organismo demanda una mayor cantidad de oxígeno y, en consecuencia, sangre, sin embargo debido a la alteración en el funcionamiento cardíaco, es posible que la sangre no circule correctamente, dando lugar a hiperemia.
En este tipo de hiperemia es común que aparezcan signos y síntomas relacionados con la causa, con dolor en el pecho, taquicardia y sibilancias, latidos cardíacos alterados y cansancio excesivo, por ejemplo. Es importante que se consulte al cardiólogo para que se pueda identificar la causa de la hiperemia y se pueda indicar el tratamiento más adecuado.
Como se hace el tratamiento
El tratamiento de la hiperemia debe ser guiado por el cardiólogo, sin embargo, como es solo un cambio normal o consecuencia de una enfermedad, no existe un tratamiento específico para esta situación.
Por lo tanto, cuando la hiperemia es consecuencia de una enfermedad, el médico puede recomendar un tratamiento específico para la enfermedad subyacente, que puede implicar el uso de medicamentos que ayuden a que la sangre sea más fluida y reduzcan el riesgo de coágulos.
En el caso de la hiperemesis activa, el flujo sanguíneo normal se restablece cuando la persona deja de hacer ejercicio o cuando se completa el proceso de digestión, por ejemplo, y no es necesario un tratamiento específico.