Vaginosis bacteriana en el embarazo: que puede ser y como tratar
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La vaginosis bacteriana es una de las infecciones más frecuentes durante el embarazo y ocurre principalmente como consecuencia de cambios hormonales comunes en el embarazo, lo que conduce a un desequilibrio de la microbiota vaginal y la aparición de signos y síntomas característicos de la vaginosis, como secreción gris con un olor fuerte y ardor al orinar.
La vaginosis en el embarazo generalmente se asocia con la bacteria. Gardnerella vaginalis o Gardnerella mobiluncus y, aunque no interfiere con el desarrollo del bebé, puede aumentar el riesgo de tener un parto prematuro o incluso de que el bebé nazca con bajo peso, por ejemplo. Así, ante cualquier alteración vaginal es muy importante consultar al obstetra o ginecólogo para identificar si existe algún problema e iniciar el tratamiento más adecuado.
Síntomas principales
En la mayoría de los casos, la vaginosis bacteriana no produce ningún síntoma y, por tanto, muchas mujeres acaban descubriendo la infección solo durante un examen de rutina en el ginecólogo o el obstetra. Sin embargo, otras mujeres pueden experimentar síntomas como:
- Olor fétido, similar a pescado podrido;
- Secreción blanca o grisácea;
- Ardor de orina;
- Enrojecimiento y picazón en la región genital.
Estos síntomas también pueden confundirse con la candidiasis y, por ello, es muy importante que el diagnóstico lo haga el ginecólogo, porque el tratamiento de la vaginosis y la candidiasis son diferentes.
El diagnóstico de vaginosis bacteriana se realiza a partir de la evaluación de los signos y síntomas que presenta la mujer, además del resultado de las pruebas que pueden haber sido indicadas como orina y urocultivo, por ejemplo. Comprender cómo se realiza el diagnóstico de vaginosis bacteriana.
Como se hace el tratamiento
El tratamiento de la vaginosis bacteriana en el embarazo siempre debe ser guiado por el obstetra o ginecólogo y generalmente se realiza cuando la mujer embarazada tiene síntomas o tiene un gran riesgo de tener un parto prematuro, por ejemplo.
Así, el tratamiento se puede realizar con el uso de antibióticos orales, como la clindamicina o el metronidazol, durante 7 días o con la aplicación de antibióticos en pomada durante unos 5 días. El tiempo de tratamiento debe respetarse según las indicaciones del médico, incluso si los síntomas desaparecen de antemano.