Tú nos dijiste: el viaje de Beth of Beth
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Había tenido sobrepeso desde que tenía uso de razón, aunque mirando hacia atrás, mi peso no comenzó a descontrolarse demasiado hasta la universidad. Aun así, siempre había sido un poco más gordita que la mayoría y, aunque sé que a todos los niños se les molesta por algo, las cicatrices eran profundas por lo mucho que se burlaron de mí por mi peso durante mi infancia.
Cuando comencé la universidad, fue la primera vez que me encargué de tomar todas las decisiones sobre lo que comía y lo que hacía con mi tiempo libre, y fue entonces cuando las cosas empezaron a salirse de control. Me alejé de la báscula, así que no puedo decirlo con certeza, pero durante esos primeros tres años de la universidad engordé entre 50 y 70 libras, inclinando la báscula en alrededor de 250 libras.
Vi de primera mano los efectos que la obesidad puede tener en la salud cuando mi padre tuvo un ataque cardíaco a los 40 años y le diagnosticaron diabetes tipo II, presión arterial alta, colesterol alto y apnea del sueño, todo relacionado con la obesidad. Sabía que estaba en un camino similar si continuaba con los hábitos que había desarrollado durante la universidad, y no quería eso para mí ni para mi futuro.
Decidí cambiar eso de una vez por todas el 3 de marzo de 2009, cuando me uní a Weight Watchers y cambié mi vida para siempre. Me tomó mucho tiempo perder las 58 libras que me quedaban por perder cuando me uní por última vez, pero en retrospectiva, creo que el lento progreso fue necesario para poder desarrollar cambios en el estilo de vida y desarrollar hábitos que realmente palo.
La parte más difícil para mí tanto para perder peso como para mantener mi peso es la moderación. Siempre supe lo que debía comer, pero el control de las porciones no existía en mi mundo antes de Weight Watchers, ni tampoco la moderación en ninguna forma. O estaría comiendo alitas, pizza y nachos, o tratando de no comer nada remotamente malsano hasta que resbalara, me considerara un fracaso y me sumergiera en los hábitos malsanos de nuevo.
A lo largo de mi viaje, una de las lecciones más importantes que he aprendido es que los deslices y las desviaciones son inevitables y seguirán sucediendo. No soy definido por los deslices y considerado un fracaso o una mala persona; En cambio, me define por cómo me recupero y aprendo de esas experiencias.
Creo que la mayor sorpresa que ha surgido al perder peso no ha sido cuánto cambié en el exterior; eso era lo que sabía que sucedería si cambiaba mis costumbres. En cambio, fue lo mucho que he cambiado por dentro y he podido priorizarme a mí mismo y a mis necesidades. Nunca solía ponerme a mí mismo en primer lugar ni dedicar tiempo a lo que tenía que hacer, y eso me impedía dar tanto a los demás. Soy mi mejor yo cuando como bien, hago ejercicio y me tomo un tiempo "para mí" para reflexionar y sumergirme de cabeza en una vida saludable, que es mi nueva pasión.