Mi nueva oportunidad de vida
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El desafío de Angélica Angélica comenzó a aumentar de peso en su adolescencia cuando una apretada agenda la llevó a depender de la comida chatarra. "Estaba en el teatro, así que tuve que actuar mientras me sentía insegura acerca de mi cuerpo", dice. Al final de la escuela secundaria, pesaba 138 libras y no quería crecer más.
Su nueva asignación Con la esperanza de contrarrestar su aumento de peso y pérdida de energía, Angélica comenzó a comer alimentos más saludables, pero no ayudó. "Fue muy frustrante", dice. "Estaba lento y mi estómago siempre estaba hinchado". Luego, el verano antes de irse a la universidad, a Angélica le diagnosticaron la enfermedad celíaca, un trastorno que hace que el cuerpo no pueda digerir el gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, el centeno y la cebada. "Tuve que cambiar mi dieta para controlar la enfermedad", dice. "Así que lo usé como punto de partida para renovar todo mi estilo de vida".
Ingredientes para el cambio Antes de mudarse, Angélica estudió su estado. Sabía que la cafetería estaría llena de alimentos que no podría comer o no querría, así que se saltó el plan de comidas y aprendió a cocinar. Una vez en el campus, preparó ensaladas, pollo y verduras en la cocina del dormitorio. Los fines de semana iba al mercado de agricultores para abastecer su mini refrigerador con productos, nueces y carnes magras. "En un mundo de pizza y cerveza, yo era una rareza", dice. "Pero empecé a sentirme y verme mucho mejor, no me importaba". Comenzó a bajar de peso de inmediato, 2 por semana, y su nivel de energía mejoró. Aunque siempre había ido al gimnasio en su tiempo libre, Angélica ahora hacía del ejercicio una prioridad. Pronto estaba haciendo cardio y levantando pesas todas las mañanas antes de dirigirse a clase. Apenas dos meses después del año escolar, pesaba 20 libras menos.
Beneficios adicionales En poco tiempo, los hábitos saludables de Angélica comenzaron a contagiarse a sus amigos. "Mi compañera de cuarto va al gimnasio conmigo la mayoría de las mañanas", dice. "Y la gente en mi dormitorio me pide consejos sobre comida todo el tiempo. No podían creer el cambio en mi cuerpo, y yo casi tampoco". Todo esto inspiró a Angélica a trabajar aún más duro. Antes del final de su primer semestre, había bajado a 110, y todo rastro de la adolescente insegura que había sido se había ido. "Pensé que tener la enfermedad celíaca me limitaría, pero en cambio, tener que ser consciente de la nutrición realmente me abrió el mundo", dice. "Por primera vez, puedo decir que me siento muy bien. ¡No hay forma de que renuncie a eso!"
3 secretos para seguir adelante
Cambie sus prioridades "Hago ejercicio cada mañana, incluso si es una caminata o algunas lagartijas. Solo 10 minutos marcan una gran diferencia en cómo me siento el resto del día". No te estreses por los dulces "Solía pensar que la vida sin un brownie sería el fin del mundo. Ahora tengo un trozo de lo que quiera y sigo adelante". Experimente con bocadillos "Cuando cambié mi dieta, no solo reduje las calorías, también probé cosas nuevas. Los higos y nueces o una batata horneada con miel también pueden satisfacer un antojo dulce. Las nuevas combinaciones mantienen la comida excitante".
Programa de entrenamiento semanal
Cardio 45 minutos / 4 a 5 días a la semana Entrenamiento de fuerza 60 minutos / 2 a 3 días a la semana