6 pruebas que evalúan la tiroides
Contenido
- 1. Dosis de hormonas tiroideas
- 2. Dosificación de anticuerpos
- 3. Ecografía de la tiroides
- 4. Gammagrafía de tiroides
- 5. Biopsia de tiroides
- 6. Autoexamen de tiroides
- Cuándo necesita hacerse exámenes de tiroides
Para identificar enfermedades que afectan la tiroides, el médico puede ordenar varias pruebas para evaluar el tamaño de las glándulas, la presencia de tumores y la función tiroidea. Así, el médico puede recomendar la dosificación de hormonas que están directamente relacionadas con el funcionamiento de la tiroides, como TSH, T4 libre y T3, así como pruebas de imagen para comprobar la presencia de nódulos, como la ecografía tiroidea, por ejemplo. .
Sin embargo, también se pueden solicitar pruebas más específicas, como gammagrafía, biopsia o prueba de anticuerpos, que puede ser recomendada por el endocrinólogo cuando se investigan determinadas enfermedades, como tiroiditis o tumores de tiroides, por ejemplo. Vea los signos que pueden indicar problemas de tiroides.
Examen de sangre
Las pruebas más solicitadas para evaluar la tiroides son:
1. Dosis de hormonas tiroideas
La medición de las hormonas tiroideas mediante un análisis de sangre permite al médico evaluar el funcionamiento de la glándula, pudiendo comprobar si la persona presenta alteraciones sugestivas de hipo o hipertiroidismo, por ejemplo.
Aunque los valores de referencia pueden variar según la edad de la persona, la presencia de embarazo y el laboratorio, los valores normales generalmente incluyen:
Hormona tiroidea | Valor de referencia |
TSH | 0,3 y 4,0 mU / L |
Total T3 | 80 a 180 ng / dl |
Libre de T3 | 2,5 a 4 pg / ml |
Total T4 | 4,5 a 12,6 mg / dl |
Libre de T4 | 0,9 a 1,8 ng / dl |
Después de identificar el cambio en la función tiroidea, el médico valorará la necesidad de solicitar otras pruebas que ayuden a identificar la causa de estos cambios, como la ecografía o la medición de anticuerpos, por ejemplo.
Comprender los posibles resultados del examen de TSH
2. Dosificación de anticuerpos
También se pueden realizar análisis de sangre para medir los anticuerpos contra la tiroides, que el cuerpo puede producir en algunas enfermedades autoinmunes, como la tiroiditis de Hashimoto o la enfermedad de Graves, por ejemplo. Los principales son:
- Anticuerpo anti-peroxidasa (anti-TPO): presente en la gran mayoría de los casos de tiroiditis de Hashimoto, una enfermedad que causa daño celular y pérdida gradual de la función tiroidea;
- Anticuerpo anti-tiroglobulina (anti-Tg): está presente en muchos casos de tiroiditis de Hashimoto, sin embargo, también se encuentra en personas sin ninguna alteración de la tiroides, por lo que su detección no siempre indica que la enfermedad se desarrollará;
- Anticuerpo anti-receptor de TSH (anti-TRAB): puede estar presente en casos de hipertiroidismo, principalmente causado por la enfermedad de Graves. Descubra qué es y cómo tratar la enfermedad de Graves.
Los médicos solo deben solicitar autoanticuerpos contra la tiroides en los casos en que las hormonas tiroideas estén alteradas o si se sospecha una enfermedad tiroidea, como una forma de ayudar a aclarar la causa.
3. Ecografía de la tiroides
Se realiza una ecografía de la tiroides para evaluar el tamaño de la glándula y la presencia de cambios como quistes, tumores, bocio o nódulos. Aunque esta prueba no puede decir si una lesión es cancerosa, es muy útil para detectar sus características y para guiar la punción de nódulos o quistes para ayudar en el diagnóstico.
4. Gammagrafía de tiroides
La gammagrafía de tiroides es un examen que utiliza una pequeña cantidad de yodo radiactivo y una cámara especial para obtener una imagen de la tiroides e identificar el nivel de actividad de un nódulo.
Está indicado principalmente para investigar nódulos sospechosos de cáncer o siempre que se sospeche hipertiroidismo causado por un nódulo secretor de hormonas, también llamado nódulo caliente o hiperfuncionante. Descubra cómo se realiza la gammagrafía tiroidea y cómo prepararse para el examen.
5. Biopsia de tiroides
La biopsia o punción se realiza para identificar si el nódulo o quiste tiroideo es benigno o maligno. Durante el examen, el médico inserta una aguja fina hacia el nódulo y extrae una pequeña cantidad del tejido o líquido que forma este nódulo, para que esta muestra sea evaluada en el laboratorio.
La biopsia de tiroides puede doler o causar molestias porque esta prueba no se realiza bajo anestesia y el médico puede mover la aguja durante la prueba para poder tomar muestras de varias partes del nódulo o aspirar una mayor cantidad de líquido. El examen es rápido y dura unos 10 minutos y luego la persona debe permanecer con un vendaje colocado durante unas horas.
6. Autoexamen de tiroides
El autoexamen de tiroides se puede realizar para identificar la presencia de quistes o nódulos en la glándula, lo cual es importante para ayudar a detectar cualquier cambio temprano y prevenir complicaciones de la enfermedad y debe ser realizado, principalmente, por mujeres mayores de 35 años o con antecedentes familiares de problemas de tiroides. .
Para lograr esto, se deben seguir los siguientes pasos:
- Sostenga un espejo e identifique la ubicación donde se encuentra la tiroides, que está justo debajo de la nuez de Adán, conocida como "gogó";
- Incline el cuello ligeramente hacia atrás para exponer mejor la región;
- Bebe un sorbo de agua;
- Observe el movimiento de la tiroides e identifique si hay alguna protuberancia, asimetría.
Si se nota alguna anomalía tiroidea, es importante buscar la atención del endocrinólogo o médico de cabecera para que la investigación se pueda realizar con pruebas que puedan confirmar o no una alteración tiroidea.
Cuándo necesita hacerse exámenes de tiroides
Los exámenes de tiroides están indicados para personas mayores de 35 años o antes si hay síntomas o antecedentes familiares de cambios de tiroides, mujeres que están embarazadas o que desean quedar embarazadas y para personas que notaron cambios durante el autoexamen o el examen médico de la tiroides.
Además, las pruebas también están indicadas después de la radioterapia para el cáncer de cuello o cabeza y durante el tratamiento con fármacos, como litio, amiodarona o citocinas, por ejemplo, que pueden interferir con la función tiroidea.