Por qué llevar tu meditación al aire libre podría ser la respuesta al Zen para todo el cuerpo
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Mucha gente quiere ser más Zen, pero sentarse con las piernas cruzadas sobre una estera de goma para yoga no resuena en todo el mundo.Agregar naturaleza a la mezcla le permite ser más consciente al involucrar y nutrir sus sentidos de una manera que quizás no sea posible en interiores.
El objetivo de los baños de bosque no es el ejercicio; está cultivando una relación con el mundo viviente. Es una manera muy fácil de comenzar a meditar, especialmente si eres nuevo y no sientes que estar sentado te sirve. Los árboles liberan fitoncidas, sustancias químicas en el aire que pueden estimular nuestro sistema inmunológico y tener un efecto directo en nuestro sistema nervioso. Además, los estudios muestran que los fitoncidas pueden reducir nuestra presión arterial y reducir los niveles de cortisol, una ventaja, ya que se ha demostrado que el estrés contribuye a una gran cantidad de problemas de salud y de la piel que van desde migrañas hasta acné.
Además, las investigaciones sugieren que escuchar agua puede calmar su sistema nervioso. (Aquí hay más formas respaldadas por la ciencia en las que ponerse en contacto con la naturaleza mejora su salud).
Para probar una meditación de la naturaleza de cuerpo completo, sal a caminar por el bosque o al parque local, o simplemente busca un árbol en tu patio trasero. Concéntrese en un sentido a la vez. Mira las nubes a la deriva arriba; respira la vegetación; siente la temperatura del sol en tu piel y la textura de las raíces debajo de tus pies. Dirígete a un arroyo, un río o una fuente y escucha los tonos cambiantes del agua ondulante, prestando atención a las frecuencias altas y bajas cuando el agua golpea las rocas. Incluso cinco minutos pueden ser suficientes para cambiar tu forma de pensar. Empiece.
Al reducir la velocidad y volverse más consciente, se abrirá a momentos de asombro en el camino. Todavía recuerdo la increíble sensación de ir de mochilero a la cima del pico más alto de Maine y sentarme en puro silencio para contemplarlo.
No había aviones, coches, pájaros ni personas. Esto fue hace 20 años y todavía me asusta lo increíble que fue ese momento. Pero no tiene por qué ser un evento épico; solo mirar el amanecer nos da la oportunidad de darnos cuenta de que estamos destinados a estar conectados con la naturaleza, no separados de ella. Y hacer esa conexión realmente puede cambiar nuestro pensamiento. (A continuación: pruebe esta meditación guiada la próxima vez que se sienta abrumado por la ansiedad)