Úlcera corneal: que es, síntomas, causas y tratamiento
Contenido
- Síntomas principales
- Cómo confirmar el diagnóstico
- ¿Qué causa la úlcera corneal?
- Como se hace el tratamiento
- Cuando la cirugía es necesaria
- Cual es el tiempo de tratamiento
- Cómo prevenir la aparición de una úlcera
La úlcera corneal es una herida que surge en la córnea del ojo y provoca inflamación, generando síntomas como dolor, sensación de algo atascado en el ojo o visión borrosa, por ejemplo. Generalmente, todavía es posible identificar una pequeña mancha blanquecina en el ojo o enrojecimiento que no pasa.
Por lo general, una úlcera corneal es causada por una infección en el ojo, pero también puede ocurrir por otros factores como pequeños cortes, ojo seco, contacto con sustancias irritantes o problemas con el sistema inmunológico, como artritis reumatoide o lupus.
Las úlceras corneales son curables, pero el tratamiento debe iniciarse lo antes posible para evitar que el daño empeore con el tiempo. Así, siempre que se sospeche una úlcera corneal o cualquier otro problema en el ojo, es muy importante consultar a un oftalmólogo para identificar el diagnóstico correcto y comenzar el tratamiento adecuado.
Vea 7 enfermedades que se pueden identificar a través de los ojos.
Síntomas principales
Habitualmente, una úlcera corneal provoca enrojecimiento del ojo que no pasa o la aparición de una mancha blanquecina. Sin embargo, otros síntomas también pueden incluir:
- Dolor o sensación de arena en el ojo;
- Producción de lágrimas exageradas;
- Presencia de pus o hinchazón en el ojo;
- Visión borrosa;
- Sensibilidad a la luz;
- Hinchazón de los párpados.
Si aparecen signos de cambios en los ojos, es muy importante consultar a un oftalmólogo para identificar si existe algún problema que necesite ser tratado. Aunque una úlcera corneal se puede tratar fácilmente, si no se trata, puede causar una pérdida completa de la visión y ceguera.
El enrojecimiento corneal se conoce como queratitis y no siempre es causado por una úlcera corneal. Consulte otras posibles causas de la queratitis.
Cómo confirmar el diagnóstico
El diagnóstico de úlcera corneal debe realizarlo un oftalmólogo mediante un examen que utiliza un microscopio especial para evaluar las estructuras del ojo. Durante este examen, el médico también puede aplicar un tinte que facilita la observación de heridas en el ojo, facilitando el descubrimiento de una úlcera.
Si se identifica la úlcera, el médico generalmente también extrae algunas células cercanas a la úlcera para identificar si hay bacterias, virus u hongos que puedan estar causando una infección. Este proceso generalmente se realiza con anestesia local en el ojo, para reducir las molestias.
¿Qué causa la úlcera corneal?
En la mayoría de los casos, la úlcera corneal es provocada por una infección por virus, hongos o bacterias, que acaba provocando inflamación y daño a las estructuras del ojo. Sin embargo, los rasguños leves y otros traumatismos en el ojo, causados por quitarse las lentes de contacto o el polvo que ingresa al ojo, también pueden causar una úlcera corneal.
Además, el síndrome del ojo seco, así como los problemas en los párpados, como en la parálisis de Bell, también pueden causar una úlcera, debido a la sequedad excesiva del ojo.
Las personas con enfermedades autoinmunes, como lupus o artritis reumatoide, también tienen un mayor riesgo de desarrollar una úlcera corneal, ya que el cuerpo puede comenzar a destruir células oculares, por ejemplo.
Como se hace el tratamiento
La primera opción de tratamiento para una úlcera corneal suele ser el uso de antibióticos o antifúngicos, para eliminar una posible infección por bacterias u hongos. Estos antibióticos se pueden recetar en forma de gotas para los ojos o ungüentos oftálmicos y deben aplicarse de 2 a 3 veces al día, o según las instrucciones del oftalmólogo.
Además, los colirios antiinflamatorios, como Ketorolac trometamina, o incluso corticosteroides, como Prednisona, Dexametasona o Fluocinolona, también pueden utilizarse para disminuir la inflamación, prevenir la aparición de más cicatrices corneales y aliviar los síntomas, especialmente las molestias, la sensibilidad a visión clara y borrosa.
Si la úlcera es causada por otra enfermedad, se debe intentar realizar el tratamiento más adecuado para controlar la enfermedad, ya que es la única forma de prevenir el desarrollo de la úlcera, incluso si se utilizan colirios antiinflamatorios.
Cuando la cirugía es necesaria
La cirugía de úlcera corneal generalmente se realiza para reemplazar una córnea lesionada por una sana y generalmente se realiza en personas que, incluso después del tratamiento adecuado, continúan teniendo una cicatriz que les impide ver correctamente.
Sin embargo, si la úlcera no cicatriza correctamente y no hay ninguna enfermedad que pueda agravar la úlcera, el médico también puede indicar la cirugía.
Cual es el tiempo de tratamiento
El tiempo de tratamiento varía de un caso a otro, según el tamaño, la ubicación y la profundidad de la úlcera. En la mayoría de los casos, las úlceras menos graves deberían mejorar en 2 a 3 semanas, pero el tratamiento puede continuarse durante más tiempo para garantizar que no se formen cicatrices que puedan afectar la visión.
Cómo prevenir la aparición de una úlcera
Las úlceras corneales se pueden prevenir, especialmente cuando no son causadas por otra enfermedad. Por lo tanto, algunas precauciones importantes incluyen:
- Use gafas de protección para los ojos siempre que utilice herramientas eléctricas que puedan liberar polvo o pequeños trozos de metal, por ejemplo;
- Use gotas para los ojos humectantes si tiene los ojos secos a menudo;
- Lavarse bien las manos antes de ponerse los lentes de contacto;
- Cuidar y colocar correctamente las lentillas En el ojo. Aquí se explica cómo cuidar los lentes de contacto;
- No use lentes de contacto mientras duerme, especialmente cuando se usa todo el día;
- Evite la exposición a partículas pequeñas., liberado por polvo, humo o productos químicos;
Además, y dado que las infecciones son una de las principales causas de úlcera corneal, también se recomienda lavarse las manos con frecuencia, especialmente antes de tocarse los ojos, para evitar portar virus, hongos o bacterias que puedan dañar el ojo.
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