Autor: Sara Rhodes
Fecha De Creación: 11 Febrero 2021
Fecha De Actualización: 20 Noviembre 2024
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TRATAMIENTO DE LA ANAFILAXIA (Parte 2)
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La hipertensión pulmonar es una situación caracterizada por aumento de la presión en las arterias pulmonares, lo que conduce a la aparición de síntomas respiratorios como dificultad para respirar durante el esfuerzo, especialmente, además de dificultad para respirar, debilidad y mareos, por ejemplo.

En la mayoría de los casos, se desconoce la causa de la hipertensión pulmonar, sin embargo, puede estar relacionada con enfermedades pulmonares, cardíacas, inflamatorias o debido al aumento de la resistencia de los vasos en los pulmones. En todos los casos, es importante que el neumólogo o el médico de cabecera identifique y trate la hipertensión pulmonar mediante el uso de medicamentos que actúan relajando los vasos sanguíneos.

Síntomas principales

Los signos y síntomas de la hipertensión pulmonar suelen aparecer solo en las etapas más avanzadas de la enfermedad, siendo el síntoma principal la falta de aire durante el esfuerzo. Otros síntomas que pueden ser indicativos de hipertensión pulmonar son:


  • Desmayos durante los esfuerzos;
  • Cansancio;
  • Mareo;
  • Dolor de pecho;
  • Respiración dificultosa;
  • Debilidad, ya que hay poca cantidad de oxígeno que llega a los tejidos.

La dificultad para respirar ocurre inicialmente durante los esfuerzos, pero a medida que la enfermedad empeora y se vuelve más grave, puede ocurrir incluso en reposo. Además, como la hipertensión pulmonar está estrechamente relacionada con los cambios cardíacos, también pueden aparecer síntomas relacionados con el corazón, como hinchazón en las piernas y palpitaciones.

Según los síntomas que presente la persona, la hipertensión pulmonar se puede clasificar en clases:

  • Clase I: Presencia de hipertensión pulmonar en los exámenes, pero no causa síntomas;
  • Clase II: dificultad para respirar durante la actividad física, lo que limita los esfuerzos físicos;
  • Clase III: Limitación importante de la actividad física, dificultad para respirar que se recupera con el reposo;
  • Clase IV: Dificultad para respirar y cansancio incluso en reposo, con dificultad para cualquier esfuerzo físico.

Diagnóstico de hipertensión pulmonar.

El diagnóstico de hipertensión pulmonar en las primeras etapas de la enfermedad es difícil, ya que los cambios observados también pueden sugerir otras enfermedades. Por tanto, el diagnóstico de hipertensión pulmonar debe realizarse mediante la valoración de la historia clínica, la exploración física y la realización de diversas pruebas, como radiografía de tórax, electrocardiograma, prueba de función pulmonar y tomografía.


Para confirmar los resultados, el médico también puede solicitar un cateterismo, que medirá exactamente la presión dentro de la arteria pulmonar.

¿Qué causa la hipertensión pulmonar?

Cualquiera puede desarrollar hipertensión pulmonar, pero es más común en mujeres mayores de 30 años. Aunque no se comprende del todo, los cambios en la circulación pulmonar están relacionados con un aumento de la inflamación, fibrosis y estrechamiento de los vasos sanguíneos. Así, las principales causas son:

  • Primario: ocurren debido a cambios en la formación de los vasos pulmonares, por causas desconocidas, llamándose en este caso idiopáticas, y también por causas hereditarias, y enfermedades, como enfermedades tiroideas, esclerodermia, lupus, infección por VIH y enfermedades del sangre, por ejemplo.
  • Secundario: causado por cambios en el corazón, como insuficiencia cardíaca, y enfermedades pulmonares, como enfisema, apnea del sueño, trombosis pulmonar o sarcoidosis, por ejemplo.

Todas estas causas causan dificultad en la circulación de la sangre dentro del pulmón, lo que puede sobrecargar aún más el corazón y empeorar la enfermedad, aumentando el riesgo de complicaciones.


Como se hace el tratamiento

El tratamiento de la hipertensión pulmonar tiene como objetivo tratar la causa y aliviar los síntomas, por lo que el médico recomienda utilizar medicamentos para mejorar la circulación y reducir la presión pulmonar, como anticoagulantes, vasodilatadores, antihipertensivos, diuréticos y terapia con máscara de oxígeno. Sin embargo, en casos muy graves, el trasplante de corazón o pulmón puede ser la única solución.

Los ejercicios de respiración, guiados por un fisioterapeuta, también pueden ayudar en la recuperación y mejora de los síntomas.

Hipertensión pulmonar del recién nacido

Esta afección surge cuando hay un cambio en la circulación sanguínea en los pulmones y el corazón del bebé, lo que provoca dificultad para oxigenar el cuerpo, y síntomas como dificultad para respirar, labios y dedos azulados e hinchazón en la copa. La hipertensión pulmonar del bebé suele ocurrir por asfixia en el interior del útero o durante el parto, neumonía, hipotermia, hipoglucemia, o por el uso excesivo de medicamentos por parte de la madre, como indometacina o aspirina, por ejemplo.

El tratamiento se realiza con el uso de oxigenoterapia, con mascarilla o en incubadora, manteniendo al bebé caliente y sin dolor, además de medicamentos o procedimientos para corregir defectos en el corazón. En la fase inicial y más grave, también puede ser necesario respirar con la ayuda de dispositivos, que pueden retirarse después de que los signos y síntomas hayan mejorado.

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